José Luis Alderete es un entrenador de baloncesto afincado en Madrid. Con muchos años de experiencia en la formación de jugadores de base, con pasado en clubes como Estudiantes, Universidad Complutense, Majadahonda y Colegio Casvi. Acaba de sacar a la venta su libro, titulado «Viva el Caos», que recomendamos desde aquí por su visión innovadora y rompedora de lo que debe ser un entrenamiento de formación en categorías base. Tuvimos la suerte de poder contar con él en una de las charlas técnicas de baloncesto que organizamos durante el confinamiento. ¡Disfrutad de su artículo! Podéis leer más artículos en su blog, pinchando aquí.
Dentro de mi personalidad, no está la virtud de relacionarme con otras personas. Vamos, que las relaciones sociales no son mi fuerte. Pero la virtud de escribir un libro (espacio para la publicidad), ha hecho que pueda conocer a gente estupenda, que sabiendo mucho más baloncesto que yo, no solo ha comprado el libro, también lo ha leído, algo que me sorprende sobremanera y desde aquí lo quiero agradecer.
Ahora sigo a mucha más gente en twitter y claro veo muchos más apuntes baloncestísticos, muchos me encantan, pero otros me sorprenden. Hay aspectos técnicos que se entrenan y mediante el trabajo y la metodología, se interiorizan y el niño es capaz de desarrollarlo. Esto es para lo bueno y para lo malo. Los ejercicios que muchas veces veo en ese clínic andante que es twitter son en la mayoría demasiado lineales. Hay entrenadores, los menos, que son conscientes que su metodología está siendo un fiasco para el niño, pero la mayoría no tiene ni puñetera idea de que está teniendo un método de hundimiento progresivo de la formación del niño.
Lo ejercicios deberían estar diseñados para que el niño evolucione, no involucione y me temo ese jugador, difícilmente saldrá del agujero que le han metido, lo siento. No podemos meter en la cárcel al entrenador que haga esto, aunque se lo merezca. Y no saldrá del agujero porque lo tiene interiorizado, la metodología ha sido bestialmente eficaz, se ha conseguido un pelele, un peón y posiblemente lo sea el resto de su vida.
Por tanto, el proceso ha funcionado, para mal, bajo mi punto de vista, pero ha funcionado. El trabajo (aplicarse para hacer algo), con entrenamiento (preparación para desarrollar el deporte) y metodología (método), es el camino.
La mayoría de ejercicios son lineales, solo buscan la resolución de un conflicto y esto es una barbaridad. Por ejemplo, el ejercicio, para mí “odiado” de bote hasta debajo del aro y pase a la esquina. Se usa en calentamientos, en entrenamientos y lo malo es que al repetirse y al ejecutarse con un método, se interioriza el gesto y nos encontramos a jugadores que son incapaces de levantarse en las inmediaciones del aro en cuanto tienen una mínima dificultad, y sueltan el balón porque su compañero está solo en la esquina (después no está tan solo y ese pase suele ser cortado). Bueno, pues intentemos mejorar ese ejercicio. Se me ocurren muchas maneras, pero simplemente diciendo al niño que puede decidir la entrada, el tiro corto o el pase, estaríamos solucionando muchas cosas, trabajando muchos detalles técnicos y analizando y observando hasta que punto el niño es capaz de interioridad cada uno de los movimientos. Se convierte, por tanto, en decisor, algo capital para su desempeño. No metemos decisión al receptor, no sea que a los puristas de ese ejercicio les explote la cabeza.
Mi conclusión, el trabajo no es suficiente, tiene que haber un método en el entrenamiento y ese método debe ser suficientemente flexible para que el niño decida, aunque sean decisiones aparentemente bobas. “Pero es que quiero que tiren”, no es incompatible. Todo se puede trabajar con pequeñas píldoras de decisión. Que el niño piense que está decidiendo.
Todos los ejercicios deben tener elementos de decisión incorporados. Y el método, ¡ay qué dolor!, el método se confunde con el entrenamiento y el entrenamiento con el trabajo y me temo que lo único que se suele hacer es una mezcla de las tres, sin sentido y sin criterio. Observen y piensen, que es gratis, aunque reconozco que algo cansado.