Julio Soler Fernández. Director técnico Club Maristas Málaga
Son ya muchos los años que llevo ligado al baloncesto de formación.
Mi primera oportunidad como primer entrenador me la concedió el Real Canoe N.C. de Madrid en el año 1993. He pasado desde entonces por diferentes clubs como C.B. Majadahonda (Madrid), Unicaja Baloncesto (Málaga) y C.B. Novaschool (Rincón de la Victoria), en el que entreno en la actualidad. También he ejercido como profesor en cursos federativos formando a técnicos y me apasiona dar clases a los alumnos del Grado en Ciencias del Deporte en E.A.D.E. (Málaga), además intento también aportar mi experiencia como coordinador en el Colegio Maristas Málaga en el que jugué al basket por primera vez.
Todo este cóctel de vivencias, hacer mejorar a los chico-as como jugadores-as y que esa mejora se traduzca también en una mayor capacidad para competir. Formarlos como personas y que sus experiencias en el equipo los preparen para la vida. Ayudar a los futuros técnicos para que salgan lo mejor preparados y entiendan lo importante que es su figura como referente en el que se fijan los jugadores y reproducen sus conductas. Me lleva, en muchas ocasiones, a pensar si la idea de Baloncesto Formativo que podemos tener la mayoría en la cabeza se corresponde con la realidad que vivimos cada día en los Colegios, Clubs y Federaciones.
Me surgen una serie de preguntas que paso a exponer y sobre las cuales reflexionar:
1. ¿Por qué el chico-a empieza a jugar al baloncesto? En un principio porque le divierte, vive cerca de donde practica el baloncesto y los padres quieren que realice algún tipo de actividad física.
2. ¿En qué momento ese objetivo inicial debe pasar a ser secundario? Cuanto más tarde mejor, o mejor nunca.
3. ¿Quién o quiénes son las personas que deciden que ese jugador tiene tanto talento que es necesario sacarlo del entorno donde el chico empezó a jugar? Lamentablemente suelen ser personas que dirigen algún proyecto y piensan más en el beneficio propio y en el de la entidad que gestionan que en el del jugador.
Me surgen, a tenor de esta última otra serie de preguntas:
4. ¿A alguien le resulta sensato que un jugador de categoría infantil (12-13 años) tenga agente? ¿Tenerlo le hace mejor técnicamente? ¿Le hace ser mejor compañero? O acaso es que… ¿le hace disfrutar más de su deporte?
5. ¿Tanto talento corre el riesgo de perderse si el jugador no sale de ese contexto inicial?
Si estamos hablando de talento de verdad, del que te cambia la vida y te permite vivir de este deporte a nivel profesional, podría poner varios ejemplos de que no es así.
Algún jugador N.B.A. español siguió en su colegio jugando hasta edad junior.
Otro histórico de nuestro deporte y de los más laureados jugadores a nivel internacional con nuestra selección y capitán de la misma, por dar más datos, jugó en el patio de su colegio hasta que acabó su etapa educativa y, lo más sorprendente, los mandatarios de los mejores clubs de Madrid se echaban las manos a la cabeza año tras año cuando no conseguían convencerle para que dejase de jugar con sus compañeros del colegio. La causa, el chico se iba a perder como jugador si no salía de allí.
¿Tan malos eran sus técnicos? ¿Tan buenos eran los que los iban a formar en su nuevo equipo?
Definitivamente NO. Buenos y no tan buenos entrenadores los hay en todos los colegios, clubs y federaciones. Si tanto dependiera del entrenador el nivel de un jugador, habría excelentes entrenadores que sólo habrían entrenado a grandes jugadores. Y no es así, todos hemos entrenado a chicos que desde el día que se acerca a la pista por primera vez dices… tiene algo especial. Y otros que por mucho trabajo, esfuerzo y dedicación que ponen en lo que hacen evolucionan muy despacio. ¿Es responsabilidad del entrenador el nivel que pueda llegar a alcanzar un jugador? Definitivamente NO… se llama TALENTO. Y el TALENTO no se compra.
Las estadísticas están ahí, cada vez son menos los jugadores españoles que juegan y son importantes en nuestra máxima competición. ¿Merece entonces la pena sacar a los niños de sus colegios-equipos? ¿Acaso eso los hace mejores?
Concentrar a todos esos talentos en un grupo, cosa que suelen hacer los clubs, ¿hace mejores a todos? ¿Hace mejor la competición donde esos chicos crecen como jugadores? Definitivamente NO. Hace que chicos que serían importantes en sus equipos se conviertan en “esparrin” del que el club ha elegido como jugador de futuro. Que tome menos decisiones, que no se equivoque, en definitiva, que mejore menos de lo que lo haría si no se hubiera movido de donde empezó a jugar.
Con lo dicho anteriormente no quiero decir que todo lo relacionado con el deporte en Clubs-colegios de origen esté bien ni que todas las experiencias que vayan a tener los jugadores en Clubs de máximo nivel vayan a ser negativas.
Tan sólo pretendo relativizar, hacer reflexionar y comunicar experiencias que me hacen dudar si el camino actual del deporte de formación es el más adecuado. Si en realidad se está pensando en el bien del chico, o en satisfacer frustraciones e ilusiones de adultos a los que nos gustaría que nuestro hijo llegara donde nosotros no pudimos llegar.
Dejar claro que llegar a ser jugador profesional es muy difícil, por no decir prácticamente imposible. ¿Merece entonces la pena sacrificar tanto tan pronto por algo inalcanzable? Definitivamente NO.
Pidamos entonces a las administraciones competentes que potencien esas entidades, instalaciones y competiciones donde los chicos empiezan a jugar.
Y por último, dejemos a los chicos disfrutar. Que el que de verdad tiene talento llegará…a pesar de los pesares.